Un pedetrista que se fue joven
"Para todos los que tuvimos el placer de conocerte eras un hermano por tu respeto y educación como deportista y como hijo. Te llemábamos "El Petaca" Avellaneda. Muy pronto nos dejaste, cuando transitabas los mejores momentos de tu vida ejemplar como persona de bien. En nombre de todos los atletas de esa época" Tomas Tula
La desaparición de Arnaldo Avellaneda: una sensible baja del pedestrismo local.
La prematura desaparición de Arnaldo Avellaneda –contaba 17 años- falleció trágicamente en circunstancias ya conocidas, ha privado al deporte local de un joven valor que apuntaba bien alto en la practica del pedestrismo, actividad éste donde diera sus primeros pasos, allá por 1962. Fue por esa época, precisamente cuando Avellaneda comenzó a mostrarse como el valor en potencia que era. Sorprendiendo inclusive a los mas escépticos, se ganó pata si un lugar de preponderancia entre los aficionados a aquella especialidad, derrotando en la inolvidable prueba "Inauguración" –Julio del 62'- a los mas calificados exponentes locales de entonces que compitieron en la prueba de Juventud Unida. Fue el gran salto. Le bastaron cinco mil metros de carrera para consagrarse. Poco después llevado por sus estudios afincarse en la mediterránea Córdoba. Rápidamente sus condiciones le ganaron un lugar entre los representantes atléticos del Instituto KIA. Así fue como llegó a los torneos provinciales cordobeses. Y otra vez el halago de la victoria. Nuevas satisfacciones que para Arnaldo Avellaneda supieron a gloria, lejos de su tierra natal. Fue en las instalaciones del Gimnasio del Parque Sarmiento donde nuestro muchacho dijo que sus quilates logrando sendos triunfos en mil quinientos y tres mil metros llanos –categoría juvenil- que le valieron la representación en ambas distancias de la Asociación Cordobesa , en el certamen nacional. Había logrado si meta. Era "alguien" en el mundo deportivo, no ya de esta, sino fuera de sus fronteras. Sus éxitos en la "docta" avalados en confrontaciones con figuras de talla internacional, como Gumersindo Gómez –en una o dos oportunidades fue su escolta- así lo confirmaban. Con ese bien ganado prestigio, regresó a su provincia; aquí junto a los suyos, gozaría de unas cortas vacaciones. Estaba en eso. Una excursión con amigos comunes. Al llegar a destino, el último de su vida terrena, la idea de un chapuzón para refrescarse y a la vez practicar la natación. Murió allí mismo, empujado por quien sabe que fatales designios. Casi diríamos que fue su sino puesto que era deportista por sobre todas las cosas.
(Texto extraído de La Unión 1964)